EL CENTINELA DEL PANTEON
Este era un hombre anciano que, desde que se le conocía, había sido el cuidador del cementerio, el centinela del panteón. Los jóvenes lo llamaban así, por mofarse de él. Se cuenta que aquel hombre, aunque no era su labor, dormía en el cementerio, al lado de las tumbas. Ya que no tenía familia o amigos, el cementerio era su hogar. Y en las noches, se le escuchaba hablar. Decían los que pasaban por el lado que hablaba con las mismísimas ánimas. Para muchos, simplemente había enloquecido y creía que podía ver los muertos. Para el sacerdote y párroco del pueblo, era lo mejor que le podía pasar, ya que por unas pocas monedas, aquel hombre cuidaba el cementerio día y noche. Él solo era el encargado de cuidar que ninguna persona inescrupulosa entrara allí a tomar objetos que, para la iglesia, eran sagrados por estar en Tierra Santa. Se le podía ver a cualquier hora del día o de la noche, rondando por el cementerio. Muchas personas lo llegaron a ver inesperadamente a sus espaldas o a un lado,