LA VERDADERA HISTORIA DEL CORTIJO JURADO

  



 A pesar de los trabajos de reforma, el Cortijo Jurado deja patente su estilo señorial dominando el paisaje junto a Campanillas. No hace falta mucha imaginación para revivir los buenos tiempos de una hacienda construida por la familia Heredia -una de las grandes fortunas de la época- a mediados del siglo XIX. Eso sí, no se sabe con exactitud el año de inauguración porque no se han encontrado las licencias de obra de un caserón en el que los Heredia pasaban sus días de recreo, pero en la que también contaban con extensa explotación agraria y ganadera. Su actual nombre no llegaría hasta mediados de los 70, cuando los Vega Jurado lo compraron.


De estilo ecléctico y neogótico, sus 2.500 metros cuadrados se articulaban en torno a un patio central, con capilla y torre mirador incluida. Y muchísimas habitaciones con la friolera de 365 ventanas, según cuenta la tradición oral, una para cada día del año. No faltaban unos amplios establos, además de sótanos de los que se ha llegado a contar que partían pasadizos secretos que comunicaban la hacienda con el Cortijo Colmenares (actual Club de Golf Guadalhorce), propiedad por aquel entonces de los Larios, grandes amigos de los Heredia. Pero las distintas obras que se han ejecutado en el entorno de Campanillas no los ha sacado a la luz, con lo que siguen formando parte de una leyenda popular que no para de crecer porque ni se confirma ni se desmiente con el paso de los años.

Luces y ruidos extraños


El Cortijo Jurado se ha convertido en lugar de peregrinaje de los investigadores del universo paranormal desde hace unas décadas. También de curiosos, como Julio Vázquez, un chico de 20 años que fascinado por lo que se contaba que ocurría en la propiedad fue con sus amigos en busca de aventuras. Se cayó en un pozo a más de 30 metros y se quedó en silla de ruedas. Pero las presuntas luces y sombras en la noche así como los ruidos extraños que allí se producen han atraído incluso a periodistas especializados que enlazan estos fenómenos con las misteriosas desapariciones de cinco chicas jóvenes entre 1890 y 1920 cuyos cuerpos se encontraron torturados cerca del cortijo. Pero también con los fusilamientos que tuvieron en su entorno durante la Guerra Civil, en el que la construcción ejerció como hospital además de convertir sus sótanos en calabozos.


Ya por aquel entonces la finca se encontraba a nombre de los Larios, que se la compraron a los Heredia en 1925 tras llevarles la filoxera y sus enormes gastos familiares a la bancarrota. Después llegarían a sus dependencias los Quesada e incluso un médico adinerado de Valladolid. Ya en 1975 pasaría a las manos de los Vega Jurado.


Con una escrutura protegida arquitectónicamente, el grupo Mirador se hizo con la hacienda para construir un lujoso hotel de 200 habitaciones en 2002. Solo se pusieron en esos años las estructuras de hierro para evitar más desplomes. Desde entonces el cortijo estuvo en manos de Promociones Pantie. En la actualidad ha vuelto a cambiar de manos otra vez y se encuentra a la venta a la espera que vuelva a lucir como antaño.


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