La Llorona de la Mina
En el corazón del estado de Hidalgo, en un pequeño pueblo llamado Real del Monte, se cuenta la escalofriante leyenda de "La Llorona de la Mina".
Hace más de un siglo, Real del Monte era conocido por sus minas de plata. Entre los mineros se encontraba Don Eusebio, un hombre ambicioso y cruel, dispuesto a todo por encontrar el filón más rico. Tenía una esposa, María, y un hijo pequeño, Emiliano, a quienes amaba con todo su corazón, pero su codicia lo consumía más cada día.
Una noche, mientras los mineros excavaban, un terrible derrumbe atrapó a varios hombres, incluyendo a Don Eusebio. Los esfuerzos por rescatarlos fueron en vano y pronto se dio por hecho que todos habían perecido. La tragedia sumió al pueblo en el luto, y María, desconsolada, se convirtió en una sombra de sí misma.
Pasaron los años y María nunca dejó de llorar por su esposo perdido. Se cuenta que una noche, mientras vagaba por las ruinas de la mina, María escuchó un lamento profundo que parecía provenir del interior de la tierra. Desesperada, creyendo que era el espíritu de Eusebio, decidió adentrarse en la mina, llevando a su hijo con ella.
Nunca más se supo de ellos. Sin embargo, los mineros que siguieron trabajando en las minas comenzaron a relatar encuentros con una figura espectral de una mujer vestida de blanco, que vagaba por los túneles oscuros, sollozando y llamando a su hijo. Aquellos que la veían decían que sus lamentos eran tan desgarradores que helaban la sangre y que si te atrevías a seguirla, te perdías en los laberintos subterráneos, para nunca más regresar.
La leyenda de "La Llorona de la Mina" persiste hasta el día de hoy. Los antiguos mineros advierten a los nuevos que nunca se adentren solos en la oscuridad, pues el espíritu de María sigue buscando a su hijo, y cualquiera que escuche su llanto está condenado a compartir su destino, atrapado para siempre en las entrañas de la tierra.
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