jueves, 22 de agosto de 2024

EL PERRO NEGRO



No se sabe muy bien cómo ocurrió la historia y cómo esto se convirtió en una leyenda, una leyenda que atemoriza a los transeúntes y pobladores de aquella región. Un hombre que vivía solo en una cabaña, ya que su esposa y su hija habían muerto hacía muchos años, cuando esa misma cabaña que él reconstruyó se había incendiado. Así que volvió y reconstruyó la cabaña y se quedó allí a vivir con un pequeño perro negro, un Labrador. Con los años, este animal se convirtió en un gran perro guardián y protector de su amo y de aquella cabaña.

Una mañana cualquiera, unos campesinos bajaban y encontraron al hombre asesinado. No se sabe muy bien el porqué, si por robarlo o alguna deuda que tenía que nadie sabía, pero la verdad es que lo encontraron muerto. Su perro nunca apareció, pero a partir de aquel momento, la leyenda de este perro se volvió conocida en toda la región y temida por muchos. Quienes osaban subir a los terrenos de aquel hombre en la noche se encontraban con aquel gran animal, tan negro como la misma noche, pero con unos ojos tan rojos como el carbón, es como si por estos le saliera fuego, y de su boca, una babaza espesa que causaba el mayor terror.

Este animal, después de muerto su amo, sigue defendiendo aquellos terrenos como lo hizo en vida. No se sabe muy bien qué fue lo que pasó aquella noche, si el animal, por defender a su amo, fue asesinado o simplemente huyó al bosque y sigue defendiendo lo que una vez le perteneció a su dueño. Pero quien ose ir por aquellas tierras en la noche, puede encontrarse este temible y oscuro animal.

Aníbal, un vecino de aquellas tierras, y una noche cualquiera, se perdió una de sus cabras. A sabiendas que a los alrededores hay bosques y que un animal podría matar y comerse su animal, se armó con una linterna y salió a buscarla, acompañado de su pequeño perro. Al llegar a la cabaña que ya estaba abandonada y cubierta por la maleza, creyó escuchar un ruido dentro de esta y pensó que tal vez su cabra, asustada, se había ido a resguardar allí. Él sabía de aquella historia del perro endemoniado, pero igual no creía que esas cosas fueran verdad.

Así que no sintió miedo, simplemente avanzó en busca de su animal, pero cuando abrió la destartalada puerta, su pequeño perro metió la cola entre las patas y, como alma que ve al demonio, corrió de nuevo a su casa. Él, en vez de asustarse, se sonrió y dijo: “Valiente compañero el que yo tengo”. Pero esa sonrisa se le dibujó de los labios cuando adentro vio aquel enorme animal. Lo que más le sorprendió no fue ver al perro negro con ojos rojos, iba con babaza en su boca, de la que tanto hablaban, lo que más lo sorprendió y asustó fue ver a su lado al hombre que él, estando muy niño, conoció y era el dueño de aquella cabaña. El amo que encontraron muerto seguía allí, al lado de su gran perro, su alma seguía rondando con su fiel guardián lo que una vez fue suyo.

Así que nuestro amigo, lo único que pudo hacer fue correr de nuevo a su casa, sin importarle nada, donde estaba su cabra, se acababa de encontrar con dos almas en pena, un animal y otra humana. O tal vez lo que vio fue el mismo demonio que seguía rondando por aquella cabaña.

MORALEX

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