LOS MONSTRUOS NO EXISTEN
—No tengas miedo Tommy, los monstruos no existen; son solo ideas de tus padres para que te comas la sopa de verduras o para que duermas temprano —dijo aquel viejo sacerdote mientras acariciaba el cabello del niño que acababa de ingresar al orfanato.
Lucía despeinado, su cara sucia y sus ropas parecían rasgadas por la dureza de la vida en las calles y sus ojos aún seguían rubicundos, inflamados y desorbitados. Pues aseguraba haber visto un monstruo dentro de un viejo armario.
El cura se levantó y empezó a buscar por todas partes pero no encontró nada. revisó debajo de la cama, detrás de las estanterías, bajó incluso hasta el sótano y revisó también dentro del confesionario, sin embargo no había nada que tuviera la apariencia de un monstruo.
Ya al caer la noche luego de la cena, llevó a Tommy a un lugar diferente de donde estaban el resto de los niños sin hogar para que "descansara". Pero se llevó una gran sorpresa al ver que el pequeño no dejaba de mirar todo el sector de forma insistente.
—Hoy te enseñaré algo novedoso Tommy, no tengas miedo. — dijo mientras empezaba a tocar de forma indebida al pequeño que parecía temblar de miedo y justo cuando de disponían a bajarse los pantalones el niño saltó de la cama y se escondió dentro del viejo armario. La habilidad del infante y su rapidez pusieron nervioso al sacerdote, y cuando temeroso abrió la puerta del clóset apareció frente a sus ojos una criatura aterradora, apariencia semi humana. Sus ojos brillaban, sus dientes sobresalían como colmillos por toda la boca y lo que parecía ser sus manos llevaba uñas que casi llegaban hasta el piso. Apenas el hombre dio media vuelta para escapar, la criatura lo tomó por las piernas y le traspasó el abdomen con sus giladas uñas. Desde el sótano solo se escuchó un par de gritos desesperados.
Los niños que yacían encerrados ahí saltaban de alegría, y se abrazaban unos con otros hasta que segundos más tarde llegó la criatura y abrió la puerta.
—Sabíamos que vendrías a rescatarnos Tommy— dijeron todos al unísono mientras abrazaban a la criatura en agradecimiento.
¿Los monstruos no existen? Se preguntaron, es mejor que sigan creyendo eso para que nos salven de los perversos humanos...
Alexander JR
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