
En el reino del inframundo, donde las llamas eternas ardían con un fuego que nunca se apagaba, había un lugar conocido como "El Jardín de los Ángeles
Caídos". Allí, entre las sombras y el humo, se encontraban las esculturas de ángeles llorando, talladas en una piedra negra como el carbón.
Se decía que estas esculturas habían sido creadas por el propio diablo, en un momento de arrepentimiento y melancolía. Cada ángel representaba un pecado, un error o una debilidad que había llevado a un alma a caer en las profundidades del infierno.
Las lágrimas de los ángeles eran de un material extraño, parecido al vidrio, pero que brillaban con un resplandor sobrenatural. Se decía que esas lágrimas tenían el poder de purificar el alma de quien las tocaba, pero también de condenar al que las miraba fijamente durante demasiado tiempo.
Un día, un alma valiente decidió adentrarse en el jardín, buscando redimir sus pecados. Al ver las esculturas, se sintió atraído por la belleza y la tristeza que emanaban. Se acercó a una de ellas y, sin pensarlo, tocó una de las lágrimas.
En ese momento, sintió un calor intenso que recorría su cuerpo, y una luz blanca que lo envolvía. Cuando la luz se disipó, el alma se encontró de nuevo en la tierra, con una segunda oportunidad para vivir y enmendar sus errores.
Al contrario de lo que pensamos se dedicó a hacer el mal y condenar a los vivos en todo el pueblo,fuerón cayendo uno a uno por sus pecados convirtiéndose en estatuas de angeles en el inframundo
Desde ese día, las esculturas de los ángeles llorando se convirtieron en un símbolo de esperanza y temor para las almas condenadas.
CRÉDITOS: A.S 🖤
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