UN PEDACITO DE MI

 

Una noche de invierno, Diana caminaba por una avenida desierta en su pequeño pueblo. La brisa nocturna murmuraba a sus oídos, como si expresara un lamento profundo y perturbador. Entre un torbellino de hojas secas, apareció un joven apuesto, de cabello largo, piel pálida, alta estatura, y brazos firmes y definidos. Al ver a Diana, comenzó a avanzar hacia ella, pero ella, con un temor creciente, apresuró el paso y, al darse cuenta de que él la seguía, empezó a correr desesperadamente.

Finalmente, llegó a su casa. Golpeó la puerta con urgencia, y su madre, al abrir, le preguntó con preocupación por qué estaba tan alterada. Diana le explicó que alguien la había estado persiguiendo, pero cuando su madre miró hacia la calle, no vio a nadie.

La chica, todavía asustada, se dirigió a cenar y luego se fue a dormir. A medianoche, un ruido la despertó en su habitación. Encendió su linterna para investigar y, con horror, vio al mismo joven que había visto en la avenida. Había entrado por la ventana y sin mediar palabra, él la tomó del cuello y no paró hasta dejarla sin aliento, luego la abusó y se retiró sin dejar huella.

Al amanecer, su madre encontró el cuerpo de Diana en el suelo, sin vida, con la mirada perdida y el rostro lívido, mostrando claros signos de estrangul @miento. Sin embargo, el cuerpo aún estaba tibio. Un médico forense, consultado por la madre devastada, le informó que la hija de unos amigos necesitaba urgentemente un trasplante de corazón para sobrevivir. El médico pidió disculpas por la inoportuna petición, pero sugirió que el corazón de Diana, aún viable, podría salvar una vida.

Los familiares de Diana convencieron a la madre de donar el corazón de su hija, asegurándole que así una parte de ella seguiría viva. Con el alma destrozada, la mujer aceptó, y se procedió a la extracción del órgano. La familia de la niña que recibiría el trasplante ofreció una gran suma de dinero a la madre de Diana, pero ella rechazó la oferta, expresando que solo deseaba tener a su hija de vuelta.

Una semana después, se realizaron los análisis necesarios y, gracias a Dios, el trasplante fue un éxito. La niña receptora, María, fue sometida a una cuidadosa observación médica durante varios meses, y el corazón se adaptó perfectamente.

Sin embargo, algo extraño comenzó a ocurrir. María, que tenía ocho años, empezó a sufrir terribles pesadillas. En sus sueños, veía a un hombre extraño que la perseguía y la atormentaba con palabras aterradoras. Una noche, se despertó gritando, lo que alarmó a sus padres. Llamaron al médico, quien sugirió que llevaran a la niña a un dibujante forense para que relatara sus sueños y pudiera plasmar el rostro del hombre que veía.

El dibujante forense, con base en los relatos de María, creó un retrato hablado del hombre. Un psiquiatra que observó el proceso dedujo que el corazón trasplantado de Diana podía estar guardando recuerdos del evento traumático que llevó a su muerte. Gracias a la descripción detallada de María, lograron identificar al hombre que atacó a Diana, su madre usó el dinero, que terminó por aceptar, de la donación para atraparlo y hacerlo confesar, así pudo llevar la evidencia a las autoridades y resolver el caso, ella no había sido la única victima de ese desalmado, al confesar pudor darles paz a muchas familias que habían perdido a sus hijas en condiciones similares, y con eso al fin la madre de Diana tuvo paz y seguramente el espíritu de  Diana también pudo descansar, pues después de eso, las pesadillas de María cesaron y tuvo una vida tranquila y feliz.

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