EL SOTANO




 Una madre soltera y su hija pequeña de nueve años, vivían constantemente atormentadas por la presencia de algo sobrenatural en su casa. Las luces se apagaban y se prendían, los objetos comenzaban a moverse solos, veían una sombra, negra como la oscura noche, pasear por todo el lugar, escuchaban sonidos extraños, parecidos al de un animal salvaje, sobre todo en el sótano; se había vuelto un lugar bastante frío, donde la temperatura siempre permanecía muy baja.

Un día, a medianoche, entraron tres ladrones, desconociendo lo que les esperaría allí dentro.

La hija, al ver que unos extraños sujetos, entraban a su hogar corrió rápido donde su madre, y se escondieron juntas en un closet lleno de ropa, en el cuarto de la mamá, esperando que no las encontrasen.

La casa era de dos pisos, así que, para hacerlo rápido, uno se quedó en el primer piso, otro fue al segundo, y el tercero fue al sótano. Comenzaron a buscar habitación por habitación, cogiendo todo lo que pareciera de valor, relojes, pulseras, collares, dinero en efectivo, los objetos pesados los colocaban cerca de la entrada, para poder sacarlos al final.

Cuando uno de los sujetos abrió el closet, donde ellas se habían escondido, no las pudo ver, sólo observó ropa y se retiró.

Pasados unos minutos, quien se encontraba en el segundo piso, bajo al primero, y le dijo a su compañero para irse, que ya había pasado mucho tiempo, además ya habían recolectado bastantes cosas. Sin embargo, el que había bajado al sótano, aún no subía, tampoco daba señales de vida. Por lo que decidieron bajar, y ver que sucedía.

Al bajar las escaleras, un sólo foco, alumbrando con una luz amarilla, balanceándose de un lado a otro, les mostraba una escena espeluznante, su compañero, yacía muerto en el centro del piso, sin ojos y sin lengua. Al querer salir corriendo, la puerta se cerró con fuerza, apagándose la luz, dejando solo los gritos desesperados de auxilio, mientras se escuchaba como algo los iba despedazando, poco a poco.

La niña al escuchar los quejidos de aquellos rateros, se asustó mucho, en lo que su madre le dice…

—Tranquila mi amor, esa cosa no puede hacernos daño—dijo la madre, mientras le sujetaba delicadamente el rostro de su hija—acompáñame.

Bajaron de la mano, al primer piso, luego abrieron la puerta que conducía al sótano, el foco estaba prendido, bajaron por las escaleras, y vieron como un ser diabólico, con garras, cuernos y ojos rojos, se devoraba los cuerpos sin vida, de los hombres que habían entrado a su casa sin permiso.

Esa cosa las observó, asustando a la pequeña, pero las ignora, y continúa tragando.

—Es por eso que no debes temer, esa cosa sólo ataca a los vivos, nosotras…ya estamos muertas.

En una esquina, había restos de aquella madre, e hija, que habían sido víctimas de aquel oscuro ser... Días antes

Créditos a su autor.


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