LA MUJER Y LOS LOBOS
Esta vieja leyenda Dakota nos cuenta que en una aldea india vivía una bella joven a la que sus vecinos no respetaban demasiado. Era asustadiza y para intentar ganarse el respeto del que no gozaba, obedecía a todos sin chistar.
Un día se le acercó un joven de la tribu y le habló con amabilidad. Ella quedó atrapada por aquel trato que nunca había experimentado y, por supuesto, también del joven. Poco a poco, fueron enamorándose, hasta que él le pidió matrimonio. El padre de la joven no le prestó mucha atención a la petición y simplemente aprobó la unión sin detenerse mucho a pensarla.
El joven prometió que siempre la trataría con amabilidad y consideración. También que la amaría toda la vida y que la haría feliz. Sin embargo, al poco tiempo de haberse casado, comenzaron los malos tratos. Cuenta la leyenda Dakota que tenía que soportar palabras humillantes y que incluso la golpeaba. Nadie en la tribu intervenía, así que la joven decidió escapar para salvarse de ese triste destino.
La muchacha comenzó a atravesar campos y bosques. Quería alejarse cuanto más y cuanto antes de su esposo, antes de que se diera cuenta de su ausencia y emprendiera la búsqueda. Pasó varios días caminando, hasta que cayó completamente exhausta en un paraje lejano.
La chica se quedó dormida. De pronto sintió un ruido y despertó. Delante de ella estaba el temido jefe de los lobos, alguien de quien ya había oído hablar. Se decía que era salvaje y cruel. Sin embargo, el jefe de los lobos simplemente la observaba. Permaneció un tiempo así y luego se acercó despacio. Le dijo que, si quería, podía vivir con su pueblo.
La joven dudó, pero algo en su corazón le decía que podía confiar en el jefe de los lobos. Decidió seguirle hasta donde estaban los demás animales. Todos la recibieron con amabilidad y respeto. Cuenta la leyenda Dakota que nadie, nunca antes, había tratado tan bien a la chica.
Según la leyenda Dakota, el jefe de los lobos le preguntó qué le gustaba comer. Ella le contestó que su plato favorito era el búfalo. Entonces, mandó que otros lobos fueran a cazar búfalos para que ella pudiera comer su carne. A las pocas horas, habían conseguido buenas provisiones de dicha carne.
El jefe de los lobos le preguntó cómo comía esa carne. Ella respondió que hervida. Todos se dispusieron a buscar los elementos necesarios para que ella pudiera cocinar la carne. Más tarde, consiguieron los cubiertos adecuados para que ella pudiese disfrutar más de la comida. Así, poco a poco, la joven dejó de sentirse insegura.
El recibimiento y el trato de los lobos era tan afectuoso y respetuoso, que le permitió a ella también aprender a amarse y a respetarse a sí misma. Se convirtió en una más del grupo, hasta que un día el jefe de los lobos volvió a llamarla.
Le dijo que los humanos se aprestaban a iniciar una cacería de búfalos. Que si se encontraban con ellos seguramente terminarían con sus vidas. el jefe de los lobos le pidió ayuda para evitar el peligro
La joven lo pensó muy bien y entendió que para ayudar a su nueva familia tenía que interceder por ellos ante los humanos. Se levantó de madrugada y emprendió el camino de regreso hacia su tribu. Llegó hasta lo alto de una colina y desde ahí divisó al grupo de cazadores que estaban tras el rastro de los búfalos. Ellos también la vieron y se aproximaron. Uno de los hombres la reconoció y le avisó a los demás.
Había pasado mucho tiempo, más de tres años. El padre y la madre de la chica recibieron felices la noticia. En verdad, la habían extrañado. No habían reconocido su valor hasta que la habían perdido. Nuestra protagonista les pidió a los cazadores que eliminaran a los lobos de la lista de sus posibles presas.
Para convencerles, les contó todo lo que habían hecho por ella. También les solicitó que les dieran parte de su botín de caza. Ellos aceptaron.
Dice la leyenda Dakota que después de varios días de caza, los guerreros llegaron con parte de lo que habían cazado. Ella subió a una cumbre y aulló, tal y como lo hacen los lobos. Luego se alejó. Entonces llegaron miles de lobos de la tierra a consumir la comida que los humanos habían recogido para ellos. La chica volvió a su hogar humano y todos comprobaron que en su interior poco se parecía a esa chica temerosa que habían conocido.
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