LA VERDAD SOBRE LA FAMILIA BERLANGA



Crédito: Relatos de la noche

  Esta historia me la contaba mibuela nos la contaba a todos en la familia y ocurrió en su pueblo que era un estado del centro del país, apenas pasando la mitad del siglo pasado la familia Berlanga era una de las más acomodadas de la zona, los más ricos del pueblo, la gente decía que tenían muchos negocios en las grandes ciudades del país pero por alguna razón decidían seguir viviendo en el pueblo donde tenían una hacienda enorme; de verdad enorme. Desde la entrada tenías que recorrer varios kilómetros más para llegar a la casa y desde ahí gobernaban con el poder de su dinero, aunque nunca se hubieran acercado a la política en el pueblo siempre hubo... ¿Cómo decirlo? Extrañas desapariciones, primero de vez en cuando algún hombre, siempre se rumoreaba que se habían ido para el norte a trabajar pero luego empezó desaparecer algún muchacho, siempre yéndose sin avisar. Al tiempo comenzaron a desaparecer también muchas chicas, luego niños y luego algunas familias enteras, la gente empezaba a preocuparse, a vivir con miedo.
Las historias de brujas y espantos que llegaban en la noche para llevarse a los habitantes de la zona se empezaban a contar con disimulo, con mucho miedo en las charlas de las visitas, pero nada de eso estaba cerca de la verdad.
En una ocasión un campesino salía con una carga de chiles para una gran ciudad, se dice que Guadalajara, a unos kilómetros de la hacienda de los Berlanga, una chiquilla de 12 años se atravesó corriendo en el camino pidiendo ayuda. Él, asustado e impactado la dejó subir y uno de sus ayudantes que venían en la parte de atrás se acercó a ayudarla... Iba llena de heridas, de mordidas, mordidas profundas con marcas que parecían ser de dientes humanos, algunas pequeñas y otras grandes; cuando la limpiaban tocaron su hombro y la niña chilló de dolor, al descubrirse la vieron horrorizados ya que le habían arrancado un gran pedazo de carne del hombro, Un pedazo muy profundo. La marca era de una boca enorme, asquerosa, con dientes chuecos, aceleraron, la niña les repetía que huyeran que no fueran al pueblo por ningún motivo porque la policía no iba a ayudarles, en la ciudad hablaron con la policía local y un investigador fue hasta el hospital donde estaba la niña y luego de interrogarla, de hablar con el campesino y con el peón, salió rápidamente... El joven ayudante le pidió permiso al campesino para salir un momento, asustado nunca regresó. El joven no regresó ni al hospital ni al pueblo, por su familia la gente dice que algo horrible le pasó.
Lo cierto es que al día siguiente el investigador volvió al hospital, el campesino no había querido dejar a la niña y él habló con ellos, esta vez el investigador venía acompañado de un hombre muy elegante, un empresario poderoso casualmente rival de negocios de los Berlanga; les juraron que se haría justicia, a los berlanga los protegía la policía del pueblo incluso hasta las autoridades estatales pero el misterioso empresario era más poderoso. Se dice que hablo con el mismísimo Miguel Lehman a unas semanas de que éste tomara posesión como presidente. Llegaron cientos de policías al pueblo, entraron fuertemente armados a la hacienda de los Berlanga, ahí opusieron resistencia los peones, los trabajadores de la hacienda, todos defendieron ferozmente a la familia incluso las criadas atacaban a las autoridades al entrar, aseguran que parecían animales salvajes y que no dejaban de luchar hasta recibir varios disparos... Lo que encontraron en el lugar los dejó horrorizados...
Hicieron mucho eco los periódicos de la época, cientos literalmente cientos de cuerpos a medio comer ancianos, hombres, mujeres y niños en edad en la que apenas podían caminar, habían sido devorados. En algún momento años atrás la familia había decidido llevar su poder al límite no conforme con aprovecharse a la gente del pueblo y ser ricos a su costa, habían empezado a fascinarse por probarlos, por devorarlos, por hacer rituales horrendos, monstruosos en los que iban comiendo los vivos poco a poco mientras otro grupo de víctimas observaba llena de terror esperando su turno. La chiquilla que logró escapar de haber sido capturada junto a su hermana, cuando era su turno de participar en el ritual ambas pelearon con todas sus fuerzas para salvarse, la hermana mayor de unos 14 años atacó ferozmente a Miguelito el más joven de los Berlanga y le arrancó uno de sus ojos, mientras éste mordía como una bestia su hermana en la confusión entre los gritos del dolor de la niña, ella logró escapar, el castigo para la otra fue la muerte más dolorosa y cruel a manos de Miguelito y el resto de los berlanga. Cuando la policía llegó la joven aún agonizando colgaba de las muñecas, la familia había estado comiendo poco a poco por dos días, habiendo devorado sus pies hasta los muslos. La policía se llevó a los que sobrevivieron de la familia Berlanga, la gente del pueblo se encargó de linchar a dos o tres peones de la hacienda que habían sobrevivido a la balacera pero los Berlanga nunca llegaron a ser procesados, a ser juzgados por sus crímenes. Sólo don Abel, el patriarca de la familia, un anciano de casi 70 años pero de los demás ya no aseguró saber nada, aunque mi abuela cuenta que décadas después en los 90 cuando volvió al pueblo los niños aseguraban, que entre las ruinas de la hacienda a veces se veía caminar a un hombre con un parche en el ojo, cuento seguramente alimentado por esta historia que no ha dejado de contarse en la comunidad. A mí me da curiosidad pensar ¿Cuánto les costó a los Berlanga su libertad? ¿En qué ciudad o en qué pueblo se fueron a esconder? ¿Y si continuaron con sus macabros ritos? Aun hoy pienso en ellos cada que veo en los periódicos noticias sobre gente que ha desaparecido.

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