GATOS EN EL PATIO
Las noches eran terribles, cuando el marido de mi hermana se iba al Norte para arrear el ganado, nosotras podíamos quedarnos solas por semanas enteras, en cuanto el sol se ocultaba, el terror llegaba... Cuando la noche caía, algo malo sucedía fuera de nuestra casa, se escuchaban ruidos como de gatos revolcándose, chillaban de forma extraña, era como si no fuesen gatos reales, y el alma se estremecía con su sonido, y no solo el de nosotras, teníamos un enorme perro danes, llamado Pancho, que en cuanto los oía, se iba a esconder conmigo, intuía que algo muy malo sucedía, porque temblaba de pies a cabeza, en vez de salir a ladrar como hacia cuando algún visitante se acercaba, chillaba como si lo hubiesen golpeado, los pelos de su cuello se erizaban y su mirada estaba llena de terror. Las dos nos ocultábamos en la habitación de mi hermana, cerrábamos las puertas y ventanas a piedra y canto, y nos acurrucábamos los tres en pánico, afuera, en el patio, se escuchaba como los gatos avanza