LA NIÑA DEL HOSPITAL
Christian estaba por terminar su turno como guardia en el Hospital Central. El paso de los años era evidente en los maltratados pasillos del viejo edificio que, junto al tétrico silencio de la madrugada, causaba terror a quien estuviera dentro, de pronto escuchó el espeluznante llanto de una niña; parecía provenir del tercer piso, el que, curiosamente, permanecía cerrado desde hacía varios años. Con la piel erizada de miedo, el celador subió por las escaleras, pues el ascensor estaba averiado. “¿Quién está ahí?”, preguntó nervioso. Los gemidos se volvían más escalofriantes a cada paso que daba. Al llegar, se encontró frente a un tenebroso sendero que lo guiaba hacia una vetusta bodega, donde se archivaban documentos. Lentamente abrió la puerta. Su respiración cada vez se hacía más agitada. Al entrar, encendió su linterna, debido a que las instalaciones eléctricas no funcionaban. Con la poca luz que tenía, descubrió en la penumbra los pies descalzos de una niña. “¿Qué haces aq